Añoro las tristes tardes,
de lunes de abriles en lluvia,
de veranos a soles cobardes,
y pucheros de pobres alubias.
Aquellos males que dan bienes,
a las hojas muriendo una a una,
a matar los segundos más jóvenes
a la estufa y los cielos de luna.
Al sol fundiéndose al mar,
al olor que se funde en mi cama,
a mi muro escuchando que me amas,
a herirme y con besos sanar.
No olvidar por pasado el futuro,
al te quiero de cada mañana,
al olor de las dulces tostadas
y a pensar que pasé lo más duro.
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